Los inicios de la coctelería barcelonesa (I)

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Aprovechando que es verano, época de los refritos por excelencia, cuelgo aquí el trabajo de fin de curso que hice para el DEU de coctelería y mixología del CETT-UB. Lo haré en varios posts, debido a su extensión. El material de los mismos puede citarse, indicando siempre su procedencia. He alterado y editado algunos pequeños detalles del trabajo original para adecuarlo al formato del blog. La biblografía se mostrará al final, y no tiene en cuenta los fondos del Diari de Barcelona, que en el momento de escribir este trabajo no estaban aún digitalizados.

Beber en la ciudad de los prodigios: los inicios de la coctelería barcelonesa (1895-1936)

La primera referencia que he localizado a los cócteles en una revista editada en Barcelona procede de “El mundo ilustrado” y es de 1883. Esta publicación era una especie de National Geographic de la época. En un artículo sobre Hawai en el que se explica la influencia estadounidense en dicho archipiélago se dice: “de consiguiente se respira cierta atmósfera americana en lo que se refiere a la cultura moderna: la ropa blanca es fina y brillante como en América; la de vestir tiene el mismo corte que en Nueva York o en San Francisco, y tocante a bebidas no se oyen más nombres que cocktail, sherry-cobbler y fancy-drink”. Los términos debían ser de un uso suficientemente habitual entre los posibles lectores de la revista como para no merecer mayores explicaciones. El artículo es obra de Joan Montserrat i Archs, un médico y escritor que impulsó y escribió para muchas revistas de la época, en el contexto del movimiento cultural y social de la Renaixença. Este movimiento, que propugnaba un despertar de la lengua y la cultura catalanas –si bien aquí Montserrat i Archs escribe en castellano- se hacía eco de los intereses de una burguesía industrial que quería reivindicar su poder económico delante de la debilitada monarquía española de la Restauración borbónica, y que en el “Cap i casal” había comenzado a deshacerse de las murallas para, literalmente, crearse nuevos espacios. Estos esfuerzos dinamizadores discurrían paralelos a una época de cierto optimismo en todo el mundo y a una primera globalización, con grandes avances en la ciencia y la exploración. Todos ellos debía culminar con la gran celebración de la Exposición Universal de 1888.

Pese a ello, la ciudad también era escenario de enormes tensiones sociales causadas por las pésimas condiciones de vida en las que sobrevivía una nueva masa obrera emigrada del campo. Estas tensiones se agudizaron por culpa de las sucesivas pérdidas coloniales y del pistolerismo impulsado por las patronales y la policía, y desembocaron en el estallido social conocido como la Semana Trágica. En esos momentos, los establecimientos más usuales eran los cafés, los restaurantes y las fondas, con la aparición algo posterior de las cervecerías. La prensa suele referirse más habitualmente a ponches que a cócteles (y generalmente se informa de su servicio durante algún banquete u ocasión social), puesto que hasta la primera guerra mundial este tipo de bebida se encuentra referenciada tan a menudo como los cócteles, en la misma línea de lo que ocurre en el resto del mundo.

¿Hay cócteles pues en Barcelona antes de la Primera Guerra Mundial? ¿Saben los barceloneses qué es un barman? Definitivamente, sí, como atestigua un anuncio del restaurante Trocadero en la edición de La Vanguardia del 14 de septiembre de 1903 que, entre otros argumentos dice “Trocadero. El Barman proviene del Victoria, high class bar de Nueva York” y propone en su carta “American drinks. Cocktails, Slops, Punches, etc. hechos con todas las reglas”.

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En 1907 los cócteles son ya suficientemente populares en Barcelona como para que el lector medio de La Vanguardia pueda percibir diferencias con los de otros países, tal y como se dice en esta descripción de los que se sirven en un tren de Estados Unidos (publicada el 9 de junio de 1907), en la que se da una receta que no desentonaría en ciertos concursos de coctelería actuales y que parece un precursor del Red Snapper.

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Pero la contienda lo cambiará todo. Tal y como señala Paco Villar en su imprescindible libro “Barcelona. Ciutat dels cafés” “el triomf absolut del bar de tipus americà i les begudes alcohòliques que s’hi associen es va produïr en un context internacional molt especial, el de la primera guerra mundial (1914-1918). Afavorida per la neutralitat, Barcelona experimentà una transformació que la catapultà definitivament al segle XX. […] El còctel i el whisky es posaren de moda i començaren a consumir-se de manera abusiva, però no van desterrar els vins generosos, la cervesa i altres licors com ara el vermut, l’absenta o la cassalla […] El xampany continua sent un símbol d’estatus econòmic”. Esta popularización del cóctel corresponde además a la implantación de dos nuevos tipos de establecimientos: el cabaret y el American bar, que llegaban rodeados por un aura de modernidad, con espectáculos de tango y jazz. Además, la figura del barman como profesional especializado, que proporciona a través de su reputación prestigio a los locales, comienza a tomar entidad.

La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) exacerbó las tensiones ya existentes entre los ejes Cataluña-España y obreros-patronos, pero el principal público de cócteles y destilados, la burguesía, supo nadar y guardar la ropa, e incluso pudo montar una segunda exposición universal en 1929. En los actos sociales ya no se sirve ponche, sino cócteles. A escala mundial con la implantación de la Prohibición en Estados Unidos mediante la Ley Volstead de 1919 se producirá una gran emigración de los profesionales que trabajaban en ese país hacia Cuba y Europa. Algunos de ellos, como Antonio Pastor, “Tommy” volverán a instalarse en Barcelona. Otros, como Miguel Boadas, retornarán a la patria chica después de formarse en la escuela cubana, lo que a la postre tendrá grandes consecuencias para la trayectoria posterior de la coctelería barcelonesa.

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Noticia de la inauguración de Boadas. La Vanguardia 23-8-1933

Son años en los que los destilados venden promesas de prosperidad, modernidad, cosmopolitismo y deporte, como atestigua el anuncio a toda página del licor Sport Drink, publicado en la contraportada de La Vanguardia el 3 de abril de 1934, en el que se enumeran los principales bares de la ciudad.

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Pese al momento de auge que vivirán los cócteles en la ciudad durante la primera mitad de los años treinta, esta proyección quedará cortada al comenzar la Guerra Civil, puesto que muchos establecimientos cerrarán.

 

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