EL PLAZO PARA EL CONCURSO «GINEBRA CON COSAS»
QUEDA PRORROGADO HASTA EL DÍA 15 DE MAYO
He pasado unos días trasteando por razones profesionales por la Feria de abril de Cataluña. No es un acontecimiento precisamente abstemio: Fino, vino, cervezas, combinados, e incluso algunos cócteles (sobre todo de la subespecie caribeño modelo «resort todo incluido»), pero ninguna de estas bebidas puede hacerle sombra a los ríos de Rebujito que se trasiegan en todos los rincones, y sin los que nadie se imagina ya una Feria.
Y eso que el Rebujito es un invento moderno. «Antes la gente bebía cerveza en la Feria», afirma Yolanda García, del Centro Cultural Andaluz de Santa Perpetua de la Mogoda. El Fino (o la Manzanilla, en la zona de Sanlúcar) han sido las bebidas típicas de ferias y romerías, pero las bebidas gaseosas resultaban más refrescantes y baratas. He aquí que -según cuenta este artículo– a finales de los noventa, dos marcas (San Patricio y Carta Magna) decidieron relanzar sus finos proponiendo una bebida fresquita y fácil. No sabemos si la historia fue así, y hay que tomarlo un poco con pinzas porque el artículo contiene varios errores… Otras fuentes atribuyen la creación al departamento de marketing de la manzanilla La Guita. Lo que sí es cierto es que encontramos en 1998 las primeras menciones de la palabra «Rebujito», entendida como nombre de refresco, en la hemeroteca del ABC de Sevilla. Y que se refieren a ella como una «moda», lo que da que pensar que su introducción era reciente (el mismo artículo habla del auge de la litrona). Y sí, la Wikipedia, siguiendo casi al pie de la letra el artículo mencionado, lo emparienta con el Sherry Cobbler, lo cual es un poco arbitrario, o al menos, suena más a parentesco accidental, que a inspiración propiamente dicha.
Sea como sea: el Rebujito es fresco y… peligroso. Hierbabuena, fino y una soda de lima-limón (Seven up o Sprite), mucho hielo, y podemos estar toda la noche bailando sevillanas sin cesar. El orden es similar al del mojito. 7 u 8 hojas de hierbabuena, los cubitos, un tercio de fino, y llenar con la soda. El que prepara Yolanda tiene una proporción de fino bastante elevada (una botella entera por jarra de litro y medio, lo que vendría a ser 1:1), pero lo canónico es 1:3. En la feria se sirve en vasos de plástico; servidora -que tiene opiniones para todo- cree que se prestaría a vestirse de premium y darle de cazos al gintonic. Los vinos de jerez tienen una larga tradición en coctelería -como suelo repetir cual abueleta gruñona de Barrio Sésamo- y buscándoles matices de sabor, cambiando la soda, el tipo específico de vino o la hierba, creemos que podrían dar mucho juego. ¡Brindamos por ello!