Bares: PDT en Mandarin Oriental

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Griales modernos

El PDT ya está aquí. No es tarea fácil «mover» un bar, y menos cuando a priori el bar es pequeño, tiene un punto de antro, y está en Nueva York. Si además la idea es moverlo a un hotel de cinco estrellas en una de las zonas más caras de Barcelona, la cosa se complica aún más. Pero el PDT barcelonés tiene su cabina de teléfonos, su barra de hot dogs, e incluso su patio trasero y su selección musical propia (pincharme el All my friends de LCD Soundsystem, newyorkitud en estado puro, es un modo sencillo de hacerme chillar grititos de fan fatal). No voy a destripar el resultado de este pop-up en el Banker’s bar del Mandarin Barcelona con muchas fotos, pero todo está ahí. Igual pero distinto.

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Cruzando el umbral a otro mundo.

Joseph Campbell era un estudioso de la mitología cuya teoría del monomito, una especie de leyenda base que supone el esqueleto típico de la mayoría de narraciones, explica por qué funcionan obras tan distintas como Moby Dick y Star Wars. En esta estructura, conocida también a veces como «el viaje del héroe«, el protagonista recibe una llamada a la aventura y se embarca en un viaje del que saldrá transformado. No me voy a extender sobre la teoría de Campbell -aunque es muy chula, y si tenéis un rato podéis leer más acerca de ella aquí– pero una de las etapas del mismo sirve quizás para explicar un poco el boom del speakeasy moderno. Cruzar un umbral y meterse en un mundo distinto, con reglas propias, peligros y elixires que pueden salvar al mundo. El speakeasy es Narnia, el País de las Maravillas, Nunca Jamás. Son los túneles de los Goonies, el bosque de Broceliande para el Rey Arturo… y es el PDT.

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Sin humos

Los cócteles del PDT no obedecen las reglas habituales de la coctelería en tiempos de Instagram. Ausencia total (o casi) de decoración, número limitado de ingredientes (y éstos, aunque a veces de recóndito origen, nada barrocos), hospitalidad a la antigua usanza, gastronomía cuidada pero reconocible y contundente, como deben ser los snacks de bar. No sé yo si esta propuesta se entendería de no venir arropada del nombre de un bar que ha estado en el número uno del mundo y que es habitual del top diez de la lista de los 50 mejores. Ojalá este pop-up sirva para modificar ideas preconcebidas. La definición de un buen cóctel -y quizás la de un cóctel que merezca pagar más dinero – no tiene por qué pasar siempre por hacer el pinopuente con presentaciones o ingredientes. El PDT los trabaja en su esencia: el elixir que nos cambia la forma de mirar el mundo.

Noticia (de hecho, notición): Please don’t tell se instala en Barcelona

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Jim Meehan y Jeff Bell, del PDT.

«No se lo digas a nadie». El lector de este blog posiblemente sepa ya que el Please don’t tell o PDT es uno de los bares míticos de Nueva York. Señalado a menudo como uno de las mecas del renacimiento de la coctelería, el PDT es el bar que mejores clasificaciones ha recibido históricamente en la lista de los World’s 50 best bars, que llegó a encabezar en 2011. Creó escuela con su concepto de speakeasy moderno, al que se accedía a través de una cabina de teléfonos camuflada en una tienda de hot dogs. ¡Carajo, si incluso creó escuela vendiendo hot dogs en un bar de cócteles! Y su recetario fue uno de los primeros en salirse del sota-caballo-rey de los libros de recetas editados a peso para hacer bulto en estanterías caseras y, en cambio, editó un recetario-manifiesto de cómo querrían ser el resto de los bares cuando se hicieran mayores.

Y ahora ya es público. El PDT viene a Barcelona.

La noticia es ésta: Del 1 al 30 de septiembre Please don’t tell se instalará en el Banker’s bar del Mandarin Oriental de Barcelona, en el que se recreará el ambiente del bar de Nueva York (incluyendo una entrada secreta a través de una cabina de teléfonos). Al frente de la barra estará Jim Meehan, el fundador del bar, junto a Jeff Bell (director general del bar y ganador de la World Class 2013) y a Nick Brown, bartender del local. Y -no podía ser de otro modo- también habrá hot dogs. Está vez estarán a cargo de Carme Ruscalleda, Ángel León y Gastón Acurio, los cocineros que se encargan de los distintos restaurantes del hotel, y de otros dos top como son Albert Adrià y Joan Roca. Los hot dogs se venderán a un precio único y parte de su importe se destinará a fines benéficos. Éste es el quinto pop up de Please don’t tell, después de su paso por París, Melbourne, Hong Kong y Tokio, y para disfrutar de él habrá que hacerlo por estricta reserva. Las reservas podrán hacerse en el mail mobcn-pdtbankers@mohg.com y en el teléfono 610726449.

 

Bares: Banker’s bar – Barcelona

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Cloud sensation. Pepino en la ginebra: así, sí.

El Banker’s bar está en el Hotel Mandarin Oriental de Barcelona, que antes era un banco. Y muchos elementos del Mandarin siguen evocando el dinero. Desde los frisos escultóricos originales de la entrada, con escenas del mundo del trabajo, hasta la decoración del bar, al acceso al cual flanquean varias cajas fuertes, el Mandarin no se esconde: es un hotel bien vestido y bien calzado, y su público también. Su oferta de restaurantes ha ido incorporando nombres con el paso a paso del tiempo. Primero vino el Moments de Ruscalleda y Balam, y el año pasado se trató del Bistreau de Ángel León. Precisamente a cuenta de los snacks que ha creado el cocinero marbellí para la coctelería del hotel, el Banker’s bar, acudimos allí el miércoles pasado. La ocasión sirvió también para probar la carta de cócteles, y para charlar con su creador, Daniele Pala, quien la ha diseñado junto a otro italiano Giuseppe Baldi. Pala nos sirvió varias de sus propuestas, que los periodistas con menos reparos fuimos haciendo circular entre nosotros con espanto y pavor del sector más aprensivo.

Baozis de ventresca y pez mantequilla

Baozis de ventresca y pez mantequilla

Para entender el concepto de la carta, hay que ver también cuáles son las novedades en la oferta de snacks; la idea, en el Banker’s, es sumar a los cócteles el picoteo (ayudados además por la oferta musical del establecimiento, que varios días a la semana trae DJs y actuaciones en vivo). Para ello, Ángel León ha creado baozis, es decir, panecillos chinos cocidos al vapor, pero muy a su manera. Porque el pan es de mollete, y porque algunos rellenos son tan de aquí como el de gamba roja y suquet o el de panceta ibérica y huevo. La idea era pues ofertar combinados que guardaran cierta armonía con estos snacks, y también con el concepto general de la cadena. Es por esto que en muchos de ellos encontramos toques marinos o asiáticos y siempre se utiliza alguna elaboración artesanal (siropes, paso por barrica, infusiones…). También hay una clara voluntad de que el continente sea tan espectacular como el contenido. Desde cócteles que hay que ir a buscar a una caja fuerte, a otros que se sirven en una petaca o un juego de té, hasta los que llevan tinta de calamar. Pala me contó que había contado con cierto margen de maniobra a la hora de crear la carta y que, aunque en su mayoría no estén listados en ella, también preparan clásicos. Su apuesta pasa por un trato cercano a los clientes que les permite explicarles y aconsejarles qué pedir, aunque intentando guardar el efecto sorpresa.

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Banker’s Nº3

 

Es una apuesta arriesgada y muy trabajada, que en la mayoría de ocasiones sale  bien -como en el caso del Cobre Fumé, de corte clásico, ahumado, o el del Banker’s nº3, el cóctel de la casa, con una combinación de pomelo, sirope de amontillado y chocolate que crece a cada trago- ; en otras divide opiniones -como fue el caso de Gin&Tonic  con pláncton y salicornia, que alguien comentó que le recordaba a una lata de berberechos (disclaimer: a mí me gustó, pero no imagino muy bien en qué circunstancias me apetecería), y que en algún caso no funcionó: el SBB, que lleva tinta de calamar, nos dejó un poco fríos. Como éramos un grupo amplio tuvimos ocasión de probar buena parte de la carta, cosa que nos dio una perspectiva amplia pero jugó en contra de la espectacularidad de las presentaciones. Tiendo a preferir las recetas menos, por llamarles de algún modo, efusivas, pero pese a ello me gustaron mucho las que hacían uso del umami o el salado para contrarrestar las notas dulces, como la del 14162 (pomelo rosa, shitake, ron, cacao, choya) o los cremosos, como el Lupira Verde (de postre, con helado derretido de pistacho, marsala, marrasquino y, creo, un toque de cachaça), que pese a venir en caliz metálico -un estilo de copa del que no soy muy partidaria – era muy disfrutable, o el Cloud Sensation (la mutación del clásico sandwich de pepino inglés de la hora del té en ese unicornio de la mixología que es el cóctel de postre ligero). Probé -probamos- más, pero éstos fueron los que más me llamaron la atención en términos de sabor.

Gin&tonic con salicornia. No recuerdo el nombre del de la izquierda :(

Gin&tonic con salicornia. No recuerdo el nombre del de la izquierda 😦

El precio medio de los cócteles del Banker’s está en 17€. La tapa de baozis cuesta de media unos 9€. De miércoles a domingo hay actuaciones o DJs a partir de las 20:30 de la tarde. Teléfono: 931518782. De 4 de la tarde a 1 de la mañana (de domingo a miércoles) y hasta las 3 de la mañana (de jueves a sábado).