Velouria: un cóctel para el Chartreuse day

velouria

Servidora poniendo el Velouria. El garnish no es el que toca.

El año pasado ya os hablamos de la iniciativa del Chartreuse Day, que cada año entorno del 16 de mayo celebra el pasado de la marca, por la coincidencia de la fecha (16.05) con el año en que un mariscal de Enrique IV de Francia habría entregado a los monjes cartujos del monasterio de Voiron. Un buen número de locales participan este año con cócteles hechos ex profeso, y podéis consultar la lista aquí.

En clase nos han convocado a presentar también nuestras propuestas con Chartreuse, así que después de darle algunas vueltas la mía fue un trago de corte clásico, de aperitivo. Normalmente parto de una historia para crear mis cócteles, pero en este caso no fue así. Quería un cóctel de la vieja escuela, que pareciera inventado hace muchos años, y que bajo la apariencia de un guante de seda escondiera una mano de hierro. Pensé mucho -cosa que no siempre hago- en las armonías de sabor. Comencé fijándome en la base herbal que me daba el Chartreuse amarillo y eso me llevó a acordarme de ese vodka tan atípico que es el Zubrowka, – casi el único que me interesa-, que al estar macerado en hierba de bisonte tiene un je ne sais quoi que lo hace especial. En Polonia es tradicional beber el Zubrowka con zumo de manzana, y eso me condujo a su vez al Calvados. Con el Maraschino y el limón añadí una última capa adicional de sabor . El resultado me gusta mucho: comienza suave y acaba seco. Cuanto menos, logré lo que quería: un cóctel con vocación de clásico intemporal, al estilo de bebidas que me fascinan, como el Aviation .

El nombre de «Velouria» es de una canción de los Pixies y se lo debo a mi amiga Mon Carrera, que fue la primera en probarlo, y quien lo bautizó así en homenaje a un épico concierto de este grupo que vimos juntas dos años atrás. Y es un nombre acertado, porque como el grupo de Black Francis evoca otros tiempos pero deja el significado final al criterio del oyente/bebedor. Igual que los Pixies pueden tener una canción sobre bucear y que se interprete como un himno a las masculinidades frágiles, el Velouria es un cóctel suave, o o lo es, perfumado, pero no tanto. Es un lienzo en blanco sobre el que proyectar. ¿Cóctel de aperitivo? ¿Canción de amor? Su nombre sugiere un pasado que quizás nunca existió, subrayado por la promesa de un día mejor de la música del theremin. Qué más da, yo creo que es un cóctel sutil que, sin hacerse muy obvio, marca su presencia. Como la experiencia mística de un monje cartujo, que se acerca a la divinidad sin que medien las palabras. Como una canción de los Pixies con sus mil referencias y significados posibles.

Velouria

30 ml de Calvados

30 ml de Zubrowka

15 ml de Chartreuse amarillo

15 m de Maraschino

Enfriar un vaso Martini y batir en coctelera. Decorar con haba tonka y canela rallados sobre una rodaja de manzana deshidratada.

 

 

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