Los bares del impresionismo

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Irish and American Bar, The Chap Book. Henri de Toulouse-Lautrec. Litografia. 1895

Se cumplen hoy 150 años del nacimiento de Henri de Toulouse-Lautrec, uno de los pintores que mejor retrató los bares del París de la Belle Epoque. A él pertenece esta ilustración, que se utilizó en su momento para promocionar la revista americana Chap Book, y en la que aparece una de las primeras representaciones de un coctelera en una obra de arte. Se trata de una imagen del Irish American Bar, una taberna de cierto nivel que se encontraba en el 33 de la Rue Royale de París, y que era frecuentada por jockeys, entrenadores de caballos y cocheros de casas nobles (la figura en primer plano, al parecer, pertenece a Tom, el cochero de la familia Rothschild). El bartender, que aparece también en otras obras de Toulouse-Lautrec, se llamaba al parecer Ralph, y, nativo de San Francisco, era de origen chino y nativo americano.

El payaso Chocolat bailando en el Irish-American Bar. Henri de Toulouse-Lautrec. 1896.

El payaso Chocolat bailando en el Irish-American Bar. Henri de Toulouse-Lautrec. 1896.

Aunque a menudo asociamos la pintura impresionista -y en general, la del paso del siglo XIX al XX- con los paisajes, como «Los nenúfares» de Monet, lo cierto es que los artistas de la época se trasladaron a los bares, de los que les fascinaban los nuevos contrastes que ofrecía la luz eléctrica, así como el ambiente que en ellos se vivía. En ocasiones, éste se encontraba imbuido de lujo, como es el caso del Bar de Folies-Bergére, de Manet.

Edourd Manet , El bar del Folies-Bergère. Óleo sobre lienzo, 1880.

El bar del Folies Bergère. Edourd Manet . Óleo sobre lienzo, 1880.

Sobre la barra, botellas de champagne y de cerveza Bass. La inclusión de esta cerveza -la marca registrada más antigua del mundo- ha suscitado varias interpretaciones. Hay quien afirma que la inclusión de la marca inglesa obedece a las malas relaciones de Francia con la potencia cervecera de la época, Alemania, a cuenta de la aún muy reciente guerra Franco-Prusiana, o quizás a la abundante presencia de jockeys y corredores de apuestas ingleses que frecuentaban el bar, o incluso que se trate de un primigenio ejemplo de product placement. Posiblemente la camarera que aparece en el lienzo sea además una prostituta ocasional, como señalan las naranjas que aparecen junto a ella en la barra (y que Manet suele asociar a esta condición). Y es que las pinturas impresionistas y modernistas nos suelen mostrar las desoladoras condiciones de vida de la época, para las que a menudo sólo el alcohol -y, en concreto, la absenta- ofrecían la salida de un paraíso artificial frente a la miseria y la alienación del nuevo proletariado urbano surgido a partir de la revolución industrial.

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L’absinthe. Edgar Degas. Oleo sobre lienzo. 1876.

La absenta, que merecerá un post propio, fue el hada verde de la época, capaz de inspirar los peores delirios y las mejores inspiraciones. El propio Toulouse-Lautrec -alcohólico sin paliativos- solía consumirla en un explosivo cóctel llamado Tremblement de terre («Terremoto») en la que se combinaba con brandy. Una versión «algo» más domesticada de este cóctel aparece, ya en los años 30, en el Savoy cocktail book de Harry Craddock. Y las comillas son intencionadas porque la fórmula reza así (traduzco literalmente):

The earthquake cocktail (Terremoto)
1/3 ginebra
1/3 whisky
1/3 absenta
Agitar con hielo. Filtrar en un vaso.
Nota del editor: Llamado así porque de darse un terremoto cuando lo estés bebiendo, no importaría. ¡Este es un cóctel cuya potencia no debe tomarse a la ligera, o, ya que estamos, demasiado a menudo!

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